Criticas publicadas por medios de difusión nacionales

 

Esplendor de la guitarra barroca
Pedro de la Hoz

La guitarra barroca, programa presentado por el laureado concertista Aldo Rodríguez en el teatro Mella, fue un espectáculo lúcido, coherente, agradecido. Ante todo, por la idea de relacionar páginas antológicas de la literatura guitarrística de ese período de la historia de la música y ofrecerlas de un modo sugerente, asociadas al canto, la danza y el formato orquestal. Y luego, por las excelencias interpretativas. Rodríguez supo insuflar de aire fresco la obligatotia chacona en re menor, de Juan Sebastian Bach, y acometió con gracia y fluidez tres sonatas de Doménico Scarlatti, una de ellas ilustrada coreográficamente por Gustavo Herrera, quien hizo danzar a Haydeé Delgado. Las serias deficiencias del audio en el primer movimiento no consiguieron empañar del todo al Concierto en Re Mayor, de Antonio Vivaldi, tanto porque Aldo Rodríguez se esmeró en apresar la atmósfera y la dicción de la partitura cuanto por el notable desempeño de la orquesta de cámara del ISA conducida por Iván del Prado. En el justo medio del programa, una obra del brasileño Heitor Villa Lobos ¿Qué hace un autor de los tiempos modernos en una ofrenda como esta? Todo derecho le asiste. La serie de Bachianas constituyen un testimonio del barroco americano y especialmente la Bachiana No. 5 -por primera vez interpretada en Cuba en su versión guitarística- es una de esas obras que alcanzan con legitimidad el rango de inolvidables. Por supuesto, cuando se ejecutan con la misma inspiración llameante que motivó al compositor brasileño. Y ésa fue la medida del guitarrista y, sobre todo, la soprano Alina Sánchez.


Tomado de "Granma" del 9 de febrero de 1993

 
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